EL PARQUE DE ATRACCIONES DE MADRID RESTAURA
SU ATRACCIÓN MÁS PRECIADA, UN TIOVIVO DE 1927
Es uno de los más antiguos de Europa y ha sobrevivido 85 años a la intemperie.
Fabricado en Francia en 1927, ha sobrevivido casi un siglo de cotidiano uso a la intemperie. Sus románticos corceles y los murales pintados con paisajes ingenuistas que giran y giran sin cesar han hecho las delicias de pequeños y mayores, constituyendo una verdadera antigüedad de madera viva y estilos pictóricos.
Además de sus notables figuras zoomórficas y su ecléctica decoración de estilo modernista y Art Decó, cuenta con un mecanismo de cuerpo único que lo hace girar sencilla y sorprendentemente, y con un sistema de cintas de cuero que permite que pueda funcionar manualmente. Sus bombillas y su música de organillo provocan que con cada giro los visitantes den un paso atrás en el tiempo.
Millones de personas lo han disfrutado desde que en 1969 pasara a formar parte del Parque de Atracciones de Madrid, que lo adquirió a un artesano madrileño después de funcionar por varias ciudades de España. La atracción que se llamó durante años La Zarzuela, en honor al hipódromo madrileño del mismo nombre, fue reforzada con nuevos elementos decorativos y diversos añadidos que la han ido haciendo testigo de los tiempos.
Vueltas y más vueltas, año tras año a la intemperie, han provocado que la atracción haya sufrido deterioros debido a la climatología y al continuo disfrute de las personas. El sol y la lluvia han provocado que la pintura desaparezca o pierda su color y que las figuras de madera se deterioren con las heladas y el carcoma; también el continuo uso de la atracción por miles de visitantes y en algún caso actos de vandalismo han provocado que se rompan o hayan desaparecido algunos elementos decorativos, como por ejemplo las colas de algunos animales.
En 1996 se construye una pérgola de madera que la protege de la climatología y a lo largo de su historia se llevan a cabo diferentes rehabilitaciones parciales. Actualmente se está acometiendo in situ y con la atracción abierta al público, una artesanal y completa restauración, que permitirá a los visitantes del parque disfrutar plenamente de la belleza y el encanto de montar en una atracción de principios de siglo.
Esta rehabilitación artística y completa del conjunto llega a su recta final tras un largo proceso que ha llevado a cabo el artista madrileño Félix Rego. En esta labor se han respetado los elementos anteriores para dotarla de una conjunción estilística; se han desmontado las figuras, construidas con maderas de varios tipos, encolando y sustituyendo partes defectuosas; se han utilizado ojos de cristal de taxidermia en algunas de las piezas más antiguas y se han pintado todas ellas, además de la capota, la cabina y los diferentes elementos decorativos.
Hay que destacar, por su belleza y valor histórico artístico, una pintura Art Decó que ha aparecido sobre la antigua cabina, que se encontraba oculta tras una capa de grasa que a lo largo de los años ha ido cayendo de los mecanismos de la atracción.
PARA TODOS LOS PÚBLICOS
Y es que el tiovivo es una de las atracciones mecánicas que más se disfruta en el Parque de Atracciones ya que puede ser utilizada por personas de todas las edades: grandes, pequeños o toda la familia. Por este motivo y por su belleza, seguramente es la atracción que más veces ha sido fotografiada.
Es tal el entusiasmo que despiertan sus figuras que muchos querrían tenerlas expuestas en el salón de su casa. Es más, algunos ya las tienen, como los cantantes Juan Pardo y José Luis Rodríguez “El Puma” que, coincidiendo con sus actuaciones en el Auditorio, se encapricharon de ellas y no pararon hasta que consiguieron que el Parque de Atracciones les obsequiara con tan preciado recuerdo.
HISTORIA DEL CARRUSEL
El tiovivo, también llamado carrusel, es una de las atracciones que más gusta a los niños. Consiste en una plataforma giratoria con caballitos y otras figuras de madera que suben y bajan. Pero pocos conocen que su origen es bélico. De hecho, la palabra carrusel significa originariamente “juego de guerras” o “el juego de las guerras”, protagonizadas éstas por caballistas árabes, turcos o musulmanes en el siglo XII. Equipos de jinetes muy hábiles libraban batallas fingidas arrojándose bolas de barro impregnadas con diferentes olores, para saber por el olor quién había impregnado a quién.
Los cruzados trajeron el juego a Europa y lo pusieron de moda en Italia “carosello” y en Francia “carrousel”. En Normandía hay un grabado del siglo XIII donde se ven arqueros con flechas, cuyas puntas son grandes bolas, jugando al carrusel. En 1680, en la misma Normandía, se inventó un artefacto mecánico que servía para entrenar a los soldados y que fue el precursor de lo que actualmente se conoce como tiovivo.
SUPERVIVIENTES DE OTRA ÉPOCA, LOS CARRUSELES O TIOVIVOS
En referencia al origen del nombre, sin que necesariamente sea cierto, se suele hacer mención a lo que Sofía Tartilán relata en su libro “Costumbres populares. Cuadros de color” (Madrid, 1880), en el que se lee:
El 17 de julio de 1834 fue en Madrid un día de luto y de desolación. Más de ciento cincuenta personas habían fallecido del cólera en la noche anterior. Una de las víctimas fue el infortunado Esteban Fernández, que tenía que ganarse la vida (con un aparato giratorio de los llamados “caballitos”) en lo que hoy se llama paseo de las Delicias…….Muerto el buen Esteban, silenciosos y taciturnos marchaban en fúnebre cortejo los que llevaban en hombros al muerto y los pocos amigos que le acompañaban en su último paseo, cuando al llegar al sitio próximamente en que estuvo el circo, el que creían cadáver, incorporándose bruscamente dentro de las andas y arrojando lejos de sí el paño negro que le cubría, empezó a gritar: -¡Estoy vivo! ¡Estoy vivo!....Desde aquel día, el tío Esteban desapareció para dar paso al Tío Vivo; y cuando el cólera hubo calmado su furor y volvió a pensarse en diversiones, al reaparecer en el paseo de las Delicias el aparato de los caballitos y las barquitas de madera, los habituales parroquianos del tío Esteban le saludaron con su nuevo nombre: le llamaron el Tío Vivo y el Tío Vivo se hizo célebre, se hizo popular, fue conocido en todos los rincones de la Corte…
Desde entonces, el aparato de diversión llamado “los caballitos”, tomó el nombre de los “caballitos del Tío Vivo”. Andando el tiempo se le llamó solamente el Tío Vivo. Hasta que se generalizó la denominación y la Real Academia de la Lengua incluyó en su Diccionario la palabra “Tiovivo: Aparato giratorio con asientos de varias formas dispuestos en círculo, que sirve de recreo en las ferias y fiestas populares”.
unknown - Big World (George Town, Penang, Malaysia)
Hace 2 horas